Tú que me lees ya sabes que cada cata/evento/degustación que hacemos en Bodega Urbana Bilbao (@BodegaUrbanaBio) es siempre fantástica. La última que hemos hecho no ha sido menos. Degustación de productos ahumados con maridaje. Pues sí, suena tan bien como estuvo probarlo todo. Ana Martín invitó a la empresa Keia de Lemoa, especialistas en productos ahumados artesanos, a hacernos una presentación de lo que elaboran. Lo cierto es que las explicaciones que nos dieron, aparte de muy ilustrativas, se veían constantemente interrumpidas por las muestras de placer de los que estábamos allí mientras probábamos lo que habían traído.

Empezamos por dos vinos blancos muy diferentes entre sí. Un Bordeaux, Château Crabitey 2015 de Graves, 70% Sauvignon Blanc y 30% Semillon, seguido de Lecea Crianza 2012, un 100% Viura de Rioja. El primero era una explosión de fruta blanca en la boca, muy fino y equilibrado, con aromas a piña y manzana verde. Tenía 3-4 meses de barrica que eran lo suficiente para que se dejase notar sin tener demasiada presencia en el vino. Muy rico, un toquecillo amargo que lo hacía elegante sin que tuviera una acidez muy marcada.

Siendo el Rioja un 2012 de Viura, esperaba menos fruta que en el primero, como es lógico por la diferencia de añada y variedad, y así fue. Lo encontré cerrado, sin mucha potencia aromática. En boca me resulto corto y un poco, no diré ya cuesta abajo, pero no me parecía que fuera un vino que te invite a beberlo. Creo también que los seis meses de barrica tenían una presencia considerable en el vino. En cualquier caso, muchos de los allí presentes apreciaron más este vino que el primero, así que es más mi opinión y gusto. En el plato, un salmón ahumado que realmente sabía a ahumado y no como esos que compramos en los supermercados que saben a industrial. una diferencia bastante grande. Al probar salmón y vinos, el Rioja perdía en la copa todo, mientras que el Crabitey aguantaba el tipo como un campeón.
Fuera de carta, Ana sacó magia de su bodega personal: un magnum de Itsasmendi Nº7 de 2010. Casi me pongo a llorar al tenerlo en la copa. Es cierto que la acidez clásica ya no estaba, pero la carga aromática y la boca seguían siendo impresionantes. No diré que podría percibir la Riesling en la copa, porque no lo hacía, pero siempre me ha gustado este txakoli, especialmente por la Riesling. Sigue siendo mi favorito. Para acompañar, bonito del norte. Estaba increíblemente rico y con toques salados.

El primer tinto que probamos fue de una bodega navarra de la que ya hemos probado anteriormente cosas suyas. Máximo Abete de San Martin de Unx. En esta ocasión, una Garnacha 100%. 3 Partes. Estaba rico, sobre todo tenía mucha fruta roja y al final tenía aromas a caramelos de fresa. No tanto como las gominolas de un maceración carbónica, pero se notaba bastante. Capa media, toquecillo amargo fino. Estaba bien, pero en cuanto a garnachas ya hemos hablado antes de ellas. En cualquier caso era un vino agradable para beber.
El segundo tino fue un Ribeira Sacra. Tolo do Xisto 2014, Mencía 100%. Justo hace unos días habíamos hecho la cata de Mencías con Jean Marcos, así que tenía curiosidad, pero había algo raro: en nariz le faltaba mucho, apenas se percibían aromas, y en boca resultaba demasiado corto. Estaba bien, pero era curioso verlo. No tenía nada que ver con su maridaje, un magret de pato semicurado del Pèrigord francés que estaba realmente espectacular.

Para finalizar, foie micuit con un Sauternes, Château Sigalas Rabaud 2004, Semillion 100%. El magret, sensacional, y el vino todavía más. Como me gusta mucho el vino dulce, nada que objetar. Muy equilibrado en nariz y una boca muy buena, sin tener un azúcar persistente. Daba gusto beberlo y el micuit se deshacía en la boca.
Habrá que esperar a la próxima, ya que nos dieron el disgusto de decirnos que era la última cata de la temporada, lo que significa casi dos meses sin que Ana nos deleite con más vinos excelentes acompañados, o no, por estos tentempiés tan buenos. Y si te gustan los ahumados, visita la web de Keia. No te arrepentirás